La delgada línea roja que separa tus labios de los míos es un surco
de surrealismo, vertido en el vergel de la armonía de tus párpados,
de tus somníferos hinchados de azul.
Así, cuando la madrugada es una dama esperando a la luna,
sus dos arcanos simulan buscar un cerco entre tu cuello.
Morir a tu lado como un susurro de terciopelo obligado por la manzana
que secuestra el deseo como una flecha en la diana.
Mientras la aurora se alza altiva,
el viento recoge los pétalos marcados en todas las barajas que el destino tiñe de blanco.
Sigue esperando en azul, sigue la curva de los labios queriendo hacer un pequeño camino para no descuidar el beso, el tiempo, la espada, la vida, la ilusión, la suerte o la caricia en forma de caracolas que danzan mientras la arena, simula tu cuerpo y el mío.