POEMARIOS

PAISAJES DE UNA DAMA      La poesía de Rezmo va más allá de la confesión, viajando por la poesía amorosa, erótica e incluso mística» Sus poemas “piden clemencia a uno mismo, piden atención, piden amparo, piden respuestas, piden actitudes o piden armonía, llaman a gritos a un interlocutor”. Porque sin interlocutores ni interlocutoras, no existiría la poesía.

Carmen Salvatierra,  UNIVERSO LA MAGA #Mundoliterario.

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EGO AMARE

La poesía de Isabel Rezmo se aferra a la realidad, a la calle, a la sociedad, a las personas de a pie, al sentimiento que nace de muy dentro y que pasa a ser universal, porque todos en algún momento los hemos experimentado. “En las aceras, como los pasos abiertos. / Regresaba con el tumor / en los huesos de la noche, / el atardecer de unas bombillas / haciendo fuerza en las sienes.”

Su poesía tiene rotundidad expresiva, es atrevida, no tiene mascaras. Con estos mimbres nos ofrece este poemario de nombre “Ego Amare”. Poemas que hablan de esperanza, de desesperanza, de amor y desamor, de sentimientos palpables y a flor de piel, asequibles para todos los oídos. “Me desnudo en la palabra. / Como el marfil.”

Isabel Rezmo nos envuelve, en este poemario, en una danza poética de la que sólo ella conoce el misterio que nos impulsa a la danza. Así que bailemos sin más dilación al compás de esta bella sinfonía de versos. “He estado danzando toda la noche entre la duermevela y la caricia. “

Inma J. Ferrero

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ÓXIDO 

Poemario de Haikus con Inma J.Ferrero

EDITORIAL MRV

EN BREVE A LA VENTA EN AMAZON: ÓXIDO – Isabel Rezmo / Inma J. Ferrero – MRV Editor Independiente

¿Se podría reducir la mar a una sola ola?
¿Cabria la fuerza de la tormenta en un vaso de agua.?
¿Una sola estrella, explicaría el firmamento.?
No. Evidentemente pero aquí no hablamos de las leyes de la física. Si lector acertaste, hablamos de poesía.
De dos poetas, que como cantaba el bolero:”Dos gotas de lluvia, que el viento juntó en el otoño…”
Juntas, fundidas en una sola voz, al unísono en un perfecto dueto resumen, su inmenso y maravilloso universo poético mediante Haikus que van más allá de la propia tradición oriental al uso, reorientando los versos hacia la más vanguardista actualidad, quiero decir más lejos del manido culturalismo minimalista, lo que nos ofrecen estas dos grandes poetas, es poesía desnuda. Como una lágrima, limpia, claro amanecer, lirios cuajados de rocío .Puro lirismo de claras influencias de la mejor poesía española .El Canto de las Estaciones, de los silencios expresivos, del sufrimiento y la tristeza de la vida, de la voz exaltada del espíritu. Ellas, dos poetas de dilatada experiencia de exquisitas y vivas voces, despliegan un arco iris gigante, con todos los colores que ofrece la madre naturaleza.

La tarde muerta
En rojo salpicada
El cielo es sangre.

Suenan lentos, tristes los Haikus con aires de sonata .el manto gris de la melancolía es su frágil envoltura, negras golondrinas refrenando su vuelo para cantar al amor.

A los susurros
dormidos en las manos
como los besos

Miran hacia atrás, desafiando al tiempo con la utópica añoranza de otros días felices, difuminados en el limbo azul del pozo negro de los sueños rotos.

Serás mi sueño
Un suspiro de otoño
Que besa mi alma

En suma lector, cuando abras este libro, cual si abrieras las tapas de una caja de música, sonaran en tu alma estos versos, como una caricia, lenta, cercana, olas de espuma muriendo en la noche, despertando en tus sentidos una mar de sensaciones enfrentadas hiriendo tu corazón con la luz de la más pura belleza, estremeciendo tu alma como sólo el arte sabe hacerlo.

Isabel e Inma, Inma e Isabel dos corazones a un tiempo. A tiempo de un mismo corazón latiendo en el mágico universo de la poesía.

Paco Mateos

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OXIDO

HABITO

Tercer Premio Certamen Internacional «El Molino» Valencia

Editorial MRV -Editor Independiente

Acércate. Su verso de luz y miel tejen estos versos. Encinares y robledales enredan inmediatamente nuestra mirada. Su textura, el color diferenciado de sus verdes, mientras nos encandila, desleyéndose latidos y colores del día, el rumor del arroyo. Acércate. Dame la mano. Permite que te suba a esa colina. El silencio de la noche te conmueve sin artificios, te abraza desde más allá de cualquier superficialidad, te besa desde tu yo interior abriéndote a cada murmullo, a cada tejido de vida, a cada soplo de amor… Habito, quizás, tiene esas cualidades raramente frecuentes hoy día. La de la belleza y la del silencio sereno donde late más íntima la voz de la poeta y la nuestra propia. La autora teje sus versos con la belleza del haiku, su luminosidad, su provocación sensorial, y al mismo tiempo, deconstruyendo el objeto poético, y volviéndolo a construir, se nos desnuda del ruido, de la tentación de caer en la ostentación, y nos envuelve cálida en su voz… Habito, pues, como sólo puede ocurrir en el silencio, como sólo puede ocurrir en la intimidad, como sólo puede ocurrir en la soledad de los amados, es el trémulo ejercicio de la memoria de quien sabe contar, de quien sabe excitarse con la piel y el amor, de quien como niña aprendió a columpiarse en las nubes del verso y del latido… Gracias Isabel Rezmo.

PRUDEN TERCERO NIETO

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TEMPO:

PRÓLOGO DE FRANCISCO ESPADA VILLARRUBIA :

El poeta suele poner en el título toda la carga emocional y descriptiva del contenido de sus versos, viene a ser la tilde gestual con la que evocar todo ese mundo que espera al lector en páginas sucesivas, de modo que la totalidad del asunto se encuentra constreñido en esas palabras. En este caso en una única palabra Tempo, lo que añade dificultad al noble ejercicio de escribir.

Toda palabra tiene un significado en sí misma y otro u otros que le aportan el entorno con el que se arropa. Una primera sensación nos acerca a un término latino que sin dudas le aproxima a la idea de erudición y de lengua universal. Pero también a una lengua que usó su universalidad conquistadora para divulgar la fe en Cristo y que se ha mantenido como lengua oficiante hasta el Concilio Vaticano II y sigue siendo la lengua oficial de la Iglesia; por tanto, no descartemos la espiritualidad que viene hilvanada desde el propio título que también podría hablarnos del tiempo como dimensión, como obsesión del hombre.

La experiencia del ser humano sobre la tierra no puede estar sujeta a lo que define el diccionario, si aceptamos que la autora de este poemario nos habla del Tiempo como veremos: magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro.

¿Y si no existiera la idea de tiempo y espacio? Así como no intelectualizamos la cuarta dimensión y lo más que llegamos a ver, fuera de largo, ancho y alto, es la perspectiva; a partir de Einstein y su Teoría de la Relatividad, aunque seguimos empeñados en ello, ya que sólo las mentes lúcidas ven más allá de las dimensiones clásicas, de lo que percibimos por los sentidos, tanto el tiempo como el espacio es una entelequia con la que situarnos en el aquí y ahora. Creo que la autora se cuestiona sobre la eternidad y ésta no tiene otra dimensión que la infinitud, o lo que es lo mismo, la incapacidad de inmovilizar en unos límites aquello que es inabarcable.

Pero el medio con el que cuenta la escritora para expresarse es la lengua, y ésta también está sujeta a esas mismas unidades limitativas de temporalidad,  de localización y escenario en la acción de los tiempos verbales, en relación a los sucesos y el orden en el que éstos acaecen. Sólo el poeta está en condiciones de hacer uso de esta misma lengua trascendiendo esta localización y superando las barreras humanas mediante la evocación.

También el título de esta intensa y breve obra nos recuerda al metrónomo, al imprescindible tempo en el mundo de la música, el cual nos remite a ritmo, compás, acción. No recurre en sus versos a la métrica ni a la rima, pero sin duda cada verso está lleno de musicalidad y de destino mucho más profundo que el aparente: “Paisajes navegando en los suburbios internos de la mente, el corazón. El espíritu.

Como buena composición poética, está vinculada a la música, no sólo por el título, sino también por la estructura y todo cuanto se concita en cada uno de sus poemas, en cada uno de sus versos. Cuatro son los movimientos de este Tempo en el que nos adentramos y diversas son las especificidades de los poemas, en función de la terminología musical. Abunda el andante, el moderato y el adagio:”Olvidé la vida. Amarla, gozarla, amamantarla/…  la verdad es clara como la luz,/ el amor es la única verdad./”; pero también están presentes el allegro y el presto, como vemos en: “Tenía dos mitades,/ una la maté,/ otra me podó el aire,/ las dos mataron la complacencia./

A veces el encuentro y siempre la búsqueda: “Encontrar palabras… / Producir aire./ Darle voz.” Los signos de puntuación juegan un papel fundamental en el ritmo de este Tempo, pues vienen a sustituir, sin el ceñimiento encorsetado de la métrica, las sugerencias musicales que ya aportan por su parte significante y significado, sugiriendo aquello no pronunciado o el vértice y la arista de lo mascullado en pose de oración, de diálogo silente. ¿Cómo entender si no “La vida o sus marcas,/ utilizan mi carne”?

Es una poeta exigente que invita a la relectura, a la degustación y al paladeo de cada verso, a desentrañar el enramado por entre las junturas de las palabras, por cada grieta, en cada pausa. Ella reconoce su pasión por Vicente Aleixandre y es precisamente en esa clave donde el lector tiene que entresacar cada una de las expresiones para degustar de principio a fin lo mucho que dice, lo que calla, lo que grita y lo que sugiere.

Uno lee, va disfrutando, va acompañando en ese acto místico al yo orante, a ese yo poético que se acerca con dudas y con fe, con la grandeza de la palabra y la humanidad de sentirse humilde. Y en esa poquedad, bellísimas metáforas: “la quimera de dejar de ser/ una comba suspendida en el asfalto”, como sugerencia del fin de la niñez.

Es un privilegio entrar en la intimidad de este poemario, en la melodía de esta oración que es meditación, que es exultación, que es búsqueda, duda, certeza, ansiada necesidad, horizonte, fe…  Tempo es una delicia muy delicada para los sentidos.

Francisco Espada Villarrubia

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OPIUM EDITORIAL NAZARÍ:

EPÍLOGO DEL ESCRITOR José Herrero:

Hablar de poesía moderna es hablar también de una poeta hecha a sí
misma, superándose en cada poema, en cada verso, aunque refleje
reminiscencias de sus autores más queridos: Vicente Aleixandre y
Miguel Hernández. La poeta que ha pulido este puñado de versos
no es otra que Isabel Rezmo. Su último poemario, Opium, está bien
templado, y se nos muestra adornado de esperas y de una oscuridad
ribeteada de claros que dan luz al verbo, siempre oprimido. Pero,
como decía el poeta ibicenco Ben Clark: “No hay que perdonar nunca
la vida a un poema”.
Por contra, porque Isabel Rezmo se encuentra extasiada cuando
está entre versos, entre letras, cuando encuentra el verbo, Opium se
convierte en un poemario atemporal, como la vigilancia que hace a la
oscuridad entre olivos. Pero es, además, incisiva: “Creía en ti. / Y ya
no lo hago”. Un presente que muerde el pasado. Incide la poeta en la
extinción de sus cosas, en las sombras, en la oscuridad con suaves
tintes de claridad: “Me iré lejos. / Lejos de esta estirpe carroñera /
que calienta mi cuerpo, las manos metidas / en los abrojos”. Los
poemas de Rezmo, aparte del misticismo que nos arrastra a su
mundo interior y personal, hacen guiños constantes a la muerte, pero
siempre después del amor: “el amor o la espada intratable en la
batalla”. Sus versos dulcifican el aire.
El poemario adormece el alma de la poeta, la arrastra hacia la muerte
donde gusta permanecer para cantarnos y contarnos sus debilidades
en la grandeza y pulcritud de sus versos: “He muerto / antes de
socorrer mi indigencia, / antes de comprender que el cielo / es un
perpetuo aspaviento de meretrices”. La finalidad de la muerte la lleva
al entendimiento de “que al fin te amé”, como una sentencia.
Fantasmas, memoria, muerte, sombras y solidaridad se muestran con
exquisito sentido del orden, la belleza y la realidad desfigurada, como
aquel realismo mágico de García Márquez. No cabe duda de que su

poesía fascina, como fascina la aparente inmovilidad de sus poemas,
como queriendo la autora que el lector se vaya recreando en cada
verso, saborear sus cargas de nostalgia, de recuerdos: “Recuerdo mi
casa, / recuerdo que una ola salvaba / la edad del hielo”. Esa
nostalgia de que después del amor no queda nada se convierte en
profunda tristeza, en aparente ternura, en obsesión.
La parte intimista del libro es en ocasiones desgarradora, con poemas
de amor y de esperanza, con poemas solidarios como los dedicados a
Siria y Ciudad Juárez, con poemas de luz abriéndose paso entre las
sombras: “Agoniza la palabra descolorida”. Isabel Rezmo ha crecido
con los años, con su lucha, con sus libros, y nadado muchas veces
contra corriente. Y ahora nos presenta Opium, que no nos dejará
indiferentes.

José Herrero
Escritor

Opium - cubierta 04-10-2019

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3 respuestas a «POEMARIOS»

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