Llegará el día de los difuntos,
un noviembre limpio lleno de azul
o un semblante traslúcido.
Llegarán los muertos, o los esclavos.
Mi pobre razón no es capaz de
reír a carcajadas mientras un ser demoníaco,
se instala en mi cabeza oliendo a coñac barato;
Fausto golpea la entrada al infierno,
con ardientes flores de papel.
Llegará inerte, porque inerte es el invierno
que se queda maltrecho y seguro
en los confines
del mundo.
Llegará sola en un destierro,
por decir que las golondrinas huyeron,
huyeron de la lava y de la rama,
del arco y del triunfo.
Se quedó un día a comer y luego murió de hastío.
Se quedó sufriendo en la estatua,
en la estatua ecuestre de un desatino.
Se quedó mirando,
mirando cuánto amor, murió
de repente.